Como todo 1 de  noviembre, muchas familias guatemaltecas se reúnen en el seno de alguna casa para celebrar y comer fiambre.

El fiambre, es una receta cien por ciento guatemalteca, a ciencia cierta no se sabe el verdadero origen, pero se tiene conocimiento que data de la colonia, más o menos en los terremotos de Santa Marta.

Sí bien es cierto, es una comida ancestral, la receta ha ido variando de acuerdo con los gustos de cada persona, puede ser rojo o blanco, y últimamente se ha unido el vegano, para aquellos que no comen carnes.

Este año se ha visto una elevada oferta de este platillo, quienes, para agenciarse de unos centavos han decidido hacerlo, por el que muchos esperan todo un año para disfrutar.

Los platos varían de precio, desde Q50 hasta los Q200 por libra, depende también la calidad y cantidad de embutidos y alimentos que este lleva, aunque se llegó a cotizar caro los ingredientes en los mercados nacionales.

El fiambre pues, es una de las comidas más esperadas por muchos guatemaltecos, aunque hay otros que no les apetece dicho platillo.

Alrededor de este plato que se come frío, también lo acompañan otros como el ayote en dulce, plátanos en mole, jocotes en miel y se ha unido el pan de muerto, que es de origen mexicano.

En este día también hay otras actividades que se realizan este día y que se enmarcan en la festividad tanto del día de Todos los Santos, y el día de los fieles difuntos.

Uno de los más aclamados y que más gente reunía, son los barriletes gigantes de Santiago y de Sumpango, los cuales este año fueron transmitidos por redes sociales debido a la pandemia del COVID.

Y es que estos majestuosos trabajos artesanales, inician a realizarse en las casas de los lugareños desde agosto y septiembre, eso dependerá del tamaño y diseño que estos lleven. Según cuentan las historias tradicionales, estos son elevados con el fin de llevarles el mensaje a sus seres queridos que han partido al otro mundo.

También, este día, se celebra en Todos los Santos Cuchumatanes, Huehuetenango, la carrera de gallo, tradicional dentro de dicha población, y donde participan generaciones tras generaciones, iniciando un día antes pidiendo permiso a sus ancestros para participar.

Y, para terminar, el enfloramiento de las tumbas donde reposan los seres queridos, aunque este año con duras restricciones, los guatemaltecos se volcaron días antes para adornar y recordar a sus seres amados que han partido a la otra vida.

Los cementerios estuvieron cerrados desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre, por lo que quienes no pudieron ir antes, estarán llegando los próximos días, porque mientras haya quien recuerde a una persona, esta no morirá.