Cuenta la leyenda que en un pueblo vivía una joven llamada María. De familia pobre, la joven era conocida por su gran belleza. Un día, un joven noble de una familia rica y poderosa, viajó al área rural y al detenerse por un momento en el camino, conoció a la bella Maria. Cautivado por la joven, volvió al pueblo para cortejarla y pedirle que fuera su esposa.

La familia de Maria no se opuso al matrimonio, y se alegró que la suerte tocará a su puerta al unirse a una familia rica. Sin embargo, la familia del enamorado, pensaba todo lo contrario y desde el primer momento se opuso a la boda. En vano fueron los intentos por desalentar al joven de su idea de contraer matrimonio con una aldeana.

La boda se llevó a cabo y los recien casados se instalaron en el pueblo, donde construyeron una casa y se mantuvieron al margen de la familia del novio. Los años pasaron y en plena época de felicidad, la pareja procreo dos hijos. Al crecer la familia, el esposo de María se vió obligado a viajar con frecuencia para atender sus negocios.

Con el paso del tiempo, María veía con nostalagia como su esposo se alejaba de la familia. Pasaba menos tiempo en casa y cuando volvía, no les prestaba atención. Un día, regresó al pueblo en compañia de una joven mujer, se llevó sus cosas de casa y se despidió de sus hijos. Dolida por la traición y el abandono, María en un arrebato de locura llevó a sus hijos al río cercano en donde los ahogó y dejó que la corriente arrastrará sus cuerpos.

Al volver en si, la mujer se dió cuenta de la gravedad de lo que había hecho y siguió el afluente en busca de sus pequeos. Días después, fue encontrada muerta en el mismo río en donde cometió su crimen.

Al llegar a las puertas del cielo María no pudo dar cuentas del paradero de sus hijos, por lo que fue condenada a vagar como un alma en pena en la tierra, hasta que logre encontrarlos. Atrapada entre el mundo de los vivos y los muertos, llora incansablemente en busca de sus hijos.

Quienes aseguran haberla visto, la describen con una mujer bella a primera vista…aunque nunca da la cara. Vestida de blanco parece flotar por el áire, mientras deambula cerca de ríos y tanques olvidados en la capital y algunos pueblos del interior.

«Ay, mis hijos» su llanto es desgarrador y aterrador al mismo tiempo, si escuchas sus gritos, los abuelos recomiendan que debes correr en sentido contrario de donde provienen y no debes voltear atrás. Afirman también que cuando su llanto se escucha cerca, ella se encuentra lejos. Cuando su llanto se escucha lejos…ella puede estar más cerca de lo que imaginas.