Hay historias que pegan más que otras, esta historia es una de las qué más me ha impactado durante el tiempo que llevo laborando en el Temporal.

Este es un relato corto, pero deja una sensación de dolor e impotencia ante esta enfermedad.

Era un turno como cualquiera, corrido, muchos pacientes que atender, muy estresante, pero uno siempre con el optimismo de ayudar.

De repente un mi familiar me escribió al WhatsApp.

  • Vos disculpa, un amigo está internado en el Parque, dicen que lo movieron al intensivo, pero no lo han confirmado, ¿podés averiguar?

Le pedí sus datos para verificar, porque la noticia aún no había sido corroborada y solo “decían” que lo trasladaron.

Teniendo la información completa me propuse buscarlo, no me llevó mucho tiempo encontrarlo ya que estaba en el módulo que me habían asignado ese día.

Lo fui a ver, un paciente masculino que se encontraba pronado (boca abajo) desde hacía dos días con parámetros de ventilación altos.

  • Mirá, decile a su esposa que me mande unos audios, así se los pongo ahorita que estoy de turno.

Uno a uno fue llegando a la aplicación, en total fueron 7 mensajes donde la familia le daba el apoyo moral y sentimental.

En un momento que tuve un respiro de trabajo le coloqué los mensajes, mi sorpresa fue el primero era su hija de 7 años.

  • ¡Hola papi, muy buenas tardes, i love you papi, vas a ver que pronto vamos a estar juntos, aquí vamos a estar jugando, un abrazo papi!

En ese momento sentí que se me iba la vida, pues mientras escuchaba el mensaje veía los parámetros ventilatorios, signos vitales e historia clínica, los cuales me indicaban que no sería posible el reencuentro.

En mi cabeza empezó a rebotar el pensamiento de cómo le dices a una niña de 7 años que ya no verá a su papá, que lo que anhela no se hará realidad.

Soy padre de un hijo de su edad, el cual también me manda mensajes expresando su amor por mí, entonces ¿qué pasó? El papá se está muriendo y ella está ilusionada por verlo otra vez.

Salí de ese turno sintiéndome fatal, recuerdo que lloré en la trayectoria del hospital a mi casa y mi día fue malo, porque yo tuve la oportunidad de llegar con mi hijo a abrazarlo, de decirle cuanto lo amaba, que él era lo mejor que me había pasado.

Hasta la fecha el mensaje me retumba en la cabeza.

Foto con fines ilustrativos: Archivo.

El amigo de mi familiar murió a los días, su hija ya nunca vio a su papá, nunca más lo pudo abrazar ni darle un beso. El pasó más de 20 días internado.

Cuando un paciente fallece por COVID-19 es llevado directamente al sepelio en una caja sellada y en cuestión de 6 horas desde que se reconoce el cuerpo.

Por eso, no hay ni la mínima oportunidad de despedirse bien del ser querido, de asimilar lo que pasó y simplemente es apartado de su familia.

Las preguntas más frecuentes que hacen por sus familiares que están ingresados en el Temporal es ¿cómo está? ¿cómo lo ves? Y esta vez no fue la excepción, pero solo me dedique a decir que el médico hablaría con los familiares.

  • El galeno sabrá como va su evolución y él informará.

No tenía la fuerza para para decirle a mi familiar que el panorama de su amigo no era el mejor para él.

Hoy solo le pido a Dios fortaleza para la hija y la esposa, yo seguiré atendiendo pacientes, añadiendo historias y preguntándome muchas cosas como esta.

Hoy me despido esperando que esta historia llegue y haga conciencia en las personas que no toman las medidas debidas.

Y recuerden lo que siempre les digo “Cuídate, quiérete, protégete, porque detrás de ti hay una historia, pero antes que todo, hay una familia que te ama y te espera en casa”.

Fotos con fines ilustrativos. Fuente internet y archivo.