Recuerdo que de pequeño jugaba a la guerra, yo era un soldado invencible, salvaba a la humanidad de una destrucción inminente, siempre estaba un paso delante de mi enemigo, mi astucia me hacía ser un soldado destacado.

Ni en mis más locos sueños me iba a imaginar de adulto me encontraría en una guerra de verdad, donde mis conocimientos y mis ganas de salvar vidas se verían opacadas turno tras turno.

Mi nombre no importa, porque represento a muchos agentes de salud tras la primera línea de COVID-19, pero estoy acá, escribiendo estos párrafos para contarles mis experiencias que en carne propia vivo en uno de los hospitales temporales.

No voy a criticar al sistema para el cual trabajo, porque definitivamente todos sabemos cómo se encuentra. Sin embargo, espero que las historias que acá plasmaré, algunas desgarradoras, traten de hacer conciencia sobre la enfermedad y en lo que puede terminar una vida.

Y es que antes de ser un profesional del área de salud, soy una persona que maneja sentimientos y emociones, esperando que estas palabras hagan entrar en razón a quienes no quieren seguir las normas de higiene y contención de este virus, que sí existe.

Una dura experiencia

Empezaré con una pequeña historia luego de mi presentación, fue una de las experiencias iniciales vividas en este trabajo, era inicio de año, en uno de mis primeros turnos.

A la unidad de cuidados intensivos ingresó un paciente de sexo masculino, fue trasladado de COVID 19 con escafandra, que es un dispositivo que ayuda a respirar y no es invasivo.

Se encontraba en constante monitoreo, su deterioro era evidente, mal patrón respiratorio, acompañado de descompensaciones a nivel sistémico, lo cual hizo tomar la decisión de colocarlo en ventilación mecánica.

El paciente, aún consciente nos dice:

  • ¿Cuánto tiempo pasaré dormido?

El responsable le contesta:

  • Esperemos que una semana.

Mis piernas en ese momento parecían no poder sostener mi peso, ya que, dentro de mí sabía que eso no sería posible.

  • Déjeme hablar con mi esposa, quiero conversar antes de que me intuben, por favor.

Sin embargo, por la hora y la urgencia de hacer el procedimiento para tratar de salvarle la vida no fue posible cumplirle el deseo. Solo recuerdo que dijo:

  • ¡En el nombre de Dios que todo salga bien! Y díganle a mi esposa que la amo infinitamente.

Yo le respondí que no se preocupara, que no dudaba que ella sabía eso con seguridad. Fue la última vez que lo vi con los ojos abiertos; los días transcurrieron y yo no perdía la pista de él, ante tanto paciente que ingresaba, vigilaba su evolución y podía ver como poco a poco y a pesar de los esfuerzos del personal de salud no se estaba ganando la batalla.

La última vez que lo vi, lo habían trasladado al área de aislamiento, allí solo esta él, sin nadie que pudiera tener acceso libre para llegar a donde se encontraba. Entré a su cubículo e hice el procedimiento que debía hacer, pues es mi trabajo.

En ese momento sentí como un escalofrío bajó por mi espalda y presentí que podía ser la última vez que lo vería; ese día transcurrió como muchos, sumamente corrido.

Al siguiente turno y llegar al lugar donde lo había dejado ya era otro paciente que se encontraba en su lugar y mi sentir se había hecho realidad, y aunque no había estado allí en ese momento sabía lo obvio, había perdido la batalla.

Imagen con fines ilustrativos. Fuente: Stereo 100

Cuando veo a un paciente que no gana la lucha contra la enfermedad pienso en sus emociones, triunfos y fracasos, alegrías y tristezas. Son esos recuerdos que guardo con tanto celo, pero, ante todo, pienso en su familia que lo esperaba en casa.

Como les comento, esta es una pequeña historia, tan pequeña pero tan dura que se quedó muy grabada en mi memoria y sentimientos. Así que con estos relatos que semanalmente habrán de leer, espero hacer conciencia de la situación y dejarles este pequeño mensaje:

“Cuídate, quiérete, protégete, porque detrás de ti hay una historia, pero antes que todo hay una familia que te ama y te espera en casa”.

Imágenes con fines ilustrativos. Fuente: El Periódico y 100