En un lejano pueblo, a más de 400 kilómetros de distancia de la ciudad capital vive Claudia, una joven de 19 años, tímida y de sonrisa sincera, su piel morena y estatura mediana.

Claudia, como muchas jovencitas de su edad tiene sueños e ilusiones, quiere ser médico, pero las condiciones de vida y entrono estropean sus metas.

El clima es cálido, una tarde noche fresca para platicar con la joven, quien tímidamente comentó que era lo que ella quería, pero por ser mujer se le dificulta.

  • Contame ¿qué te gustaría estudiar?

Una sonrisa apenada sale de su rostro,

  • ¡Quisiera ser médico, poder curar acá en la aldea!

Nos dice con mirada ilusionada

  • ¿En qué grado vas? Le pregunto

Ella contesta con cierta pena, como con ganas de que lo que contara  o fuera tan así.

  • ¡Estoy en tercero básico!

Con cierto asombro pregunto

  • ¿Por qué vas tan atrasada?

Claudia baja su mirada mientras nos voltea la cara.

  • “Lo que pasa es que tuve que dejar de estudiar porque había que darle prioridad a mi hermano, él quería estudiar en otro departamento y mi papá decidió apoyarlo y pagarle todo”.

Intentando procesar la información pregunto

  • ¿pero el estudio de tu hermano es público o privado?

Se ríe y  señala

  • Es privado, él quería el colegio donde un su amigo iba a estudiar, así que lo mandaron para allá.

Nuevamente la mente gestiona la ecuación y van varias interrogantes

  • ¿y tú dónde estudias?
  • ¿qué quieres ser?
  • ¿cómo estás estudiando ahora?

Con los ojos que se le llenan de lágrimas comenta

  • Estudio en un instituto, pero para poder pagarlo debo trabajar porque mi papá no me ayuda, pero me cuesta mucho porque él ahorita está en la casa y debo tenerle la comida a la hora que él dice y las tortillas deben hacerse en la casa porque no le gustan las hechas afuera, entonces tengo que preparar todo y tortear para la comida de él.

La mente camina a mil por hora, pero nuevamente le pregunto que si pudiera ir a la universidad qué carrera le gustaría seguir.

  • Quisiera estudiar medicina, pero es una carrera cara y no podría hacerlo.

Le hice el comentario sobre las becas, pero Claudia me dijo que no sabía nada de ese tema, y que como no tenía computadora ni acceso a internet, era muy difícil conocer “esas cosas”.

Claudia es de escasos recursos, no cuenta con el apoyo de la familia para superarse porque les dan prioridad a los hombres, no tiene tecnología ni acceso a ella, estudia porque no quiere quedarse como la mayoría de las mujeres en su comunidad, donde apenas logran sacar la primaria.

No sabe qué hacer si no logra estudiar medicina, cree que será “ama de casa”, porque a eso es lo que hacen la mayoría de las mujeres en el área.

Los días pasan, y Claudia sigue en las mismas condiciones, sueña con salir de donde se encuentra mientras le sirve la comida al papá.