Como es bien sabido, la zona 1 de la Ciudad Capital es el epicentro de diversas historias, entre las que sobresalen son aquellas que ponen la piel de gallina y paralizan a cualquiera.

En una casa ubicada cerca de la Iglesia La Recolección, vive una pequeña familia, la casa es herencia, todavía guarda su estructura antigua, aunque ha tenido cambios conforme el tiempo.

Hay un cuarto casi al final de la casa, normalmente se mantiene cerrado, dentro de el hay libros y un viejo escritorio de cedro.

Todo allí se encuentra empolvado, muy pocas veces se abre para buscar algún libro o algo que necesiten, pues también hay unas cajas.

A nadie le gusta ir a esa habitación, es el cuarto de los ruidos, señalan los habitantes de esa casa, pues a pesar de tener un candado, siempre se escucha la máquina de escribir vieja ser usada, una silla de ruedas de metal moverse de un lugar a otro.

Una noche, la hija adolescente de la familia tuvo que ir a buscar unos libros, se persignó y se dirigió a la habitación, era el filo de la tarde, la penumbra del día no era ni mañana ni noche.

Al entrar un escalofrío recorrió su piel, pero decidió seguir la búsqueda, pues necesitaba consultar unos datos para sus clases, en aquel entonces, el internet era lejano, eran la década de los 90.

Mariela se sentó en el piso con varios libros alrededor, buscaba información para una tarea que le habían dejado en el colegio y debía entregar en una semana, pero no le gustaba dejar las cosas a última hora.

Un jalón de pelo

De repente sintió como le tiraban del pelo, volteó a ver, creyendo que era su hermana, no había nadie…

  • AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!! Gritó
  • Mamí, papí… decía con dificultad mientras salía de la habitación

En la casa solo estaba su hermana y su mamá, quienes al escucharla salieron a su encuentro

  • ¿Qué pasó? Le preguntó la mamá al ver a su hija salir pálida

Mientras recobraba el aliento le dijo

  • Me jalaron el pelo, tres veces… balbuceo

Con más curiosidad que miedo, se dirigieron al cuarto para ver qué pasaba, pero allí solo reinaba la paz.

Sacaron los libros que ya habían sido elegidos para llevarlos al comedor y cerraron de nuevo el cuarto, pero mas tarde escucharon nuevamente la máquina de escribir taipear algo, pero todo estaba apagado.

Al llegar el esposo le contaron lo sucedido, y decidieron bendecir la casa.

Han pasado años y siguen viviendo allí, en el ambiente del fondo aún se escuchan ruidos de vez en cuando, así que pocas veces se asoman de noche, prefieren hacerlo de día.

Fotos con fines ilustrativos. Fuente Internet.