Tras una intensa jornada que terminó con el ingreso del cortejo procesional del Cristo Yacente de El Calvario, Paco junto a un grupo de músicos que ese día acompañaron a la imagen en su recorrido de Viernes Santo, esperaban en la esquina de la sexta avenida y 18 calle de la zona 1, el bus que los llevaría rumbo a la Antigua Guatemala.

Habían decidido viajar de madrugada y dormir un poco durante el trayecto del viaje y al llegar a su destino. Ante la demanda de hospedaje, no encontraron un hotel para descansar, pero eso no fue problema para los músicos que sin importar el cansancio, decidieron aceptar la invitación para participar en un concierto de música sacra y acompañar a uno de los cortejos de la Virgen de la Soledad que recorrería las calles empedradas de la ciudad colonial unas horas después.

-Pedro nos estará esperando en el local al llegar, podemos usar los sillones y algunas colchonetas que están en la bodega.-

-¡Que bueno que nos dejaron quedarnos, y para nuestra buena fortuna tampoco hubo emergencias esta noche!-

Así conversaban los músicos mientras el bus llegaba a su destino. Luis Alberto, el encargado de las percusiones, había logrado que les permitieran quedarse a descansar en el local que ocupaba una funeraria.

Fueron recibidos por el encargado quien les dio algunas indicaciones y se despidió de ellos. Los músicos se fueron acomodando para descansar algunas horas

Paco se preparaba para dormir en uno de los sillones que ocupaba una de las salas de velación, sus compañeros habían decidido acomodarse en los corredores de la casona colonial, en donde fueron recibidos.

Había aprendido a tocar el clarinete en sus años de estudiante en uno de los colegios de mayor tradición de la capital. Fue allí en dónde además de descubrir su pasión por la música, creció su devoción por las imágenes que eran procesionadas durante la Semana Santa, al compás de la música sacra.

Mientras hacía un repaso mental de lo ocurrido durante la jornada, la puerta de la sala se abrió dando paso a una pareja que iba acompañada de un niño de no más de diez años, según el relato del joven músico.

-Hola, le trajimos esta frazada para que se abrigue y también una almohada para que se sienta cómodo-
dijo la mujer mientras le entregaba ambas cosas.

A Paco le llamó la atención que el niño estuviera despierto a esas horas de la madrugada. Sin embargo agradeció el gesto e intercambio algunas palabras con la pareja.

-Nos despedimos que descanse -Dijo el hombre, mientras el niño movía su mano para decir adiós. Debido al cansancio el joven se acomodó en el mueble para quedarse profundamente dormido.

-¡Paco levantáte, ya son las siete. A las nueve tenemos que estar en la iglesia!-

Los músicos se prepararon para salir e iniciar su jornada, agradeciendo la hospitalidad del encargado del lugar. Paco preguntó por la familia que lo había visitado unas horas antes, quería agradecerles y entregarles la almohada y la cobija, que le entregaron.

-¿Está seguro que no fue un sueño?-

-¿Si hubiese sido un sueño de dónde cree usted que saqué esto?- Indico Paco al encargado, mostrando ambos objetos.

El encargado le aseguró al joven que nadie estaba en la casa, pues él era el único que tenía la llave y había llegado de madrugada únicamente para recibirlos. Debido a que no habían tenido ningún servicio por atender, ningún empleado se había quedado, por lo que no encontraba una respuesta a lo que el músico le había dicho.

El incidente generó confusión entre el grupo de músicos, algunos aseguraban que quizás había sido una broma de parte del encargado, al asegurar que nadie más estaba en el lugar. Otros, pensaron que a lo mejor había sido una aparición debido a la naturaleza del negocio que ocupaba la casa en dónde fueron recibidos.

Paco, mientras relata lo ocurrido fija su mirada en algún punto de la taza de café que tiene al frente, se acomoda en la silla y cruza los brazos respirando profundo. Asegura que cada Sábado de Gloria, eleva una oración y prende una veladora a la memoria de la familia que lo atendió amablemente, hace algunos años en la funeraria de La Antigua.

-A lo mejor, fueron velados en aquel lugar y sus espíritus siguen ahí- afirma mientras bebé un sorbo de su humeante taza.

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